sábado, 5 de junio de 2010

Los años no vienen solos


Está claro que hacer humor es muy dificil, sobre todo cuando uno depende de otros para que el producto salga bien. El "hacer reir" es un arte que pocos manejan a la perfección y son menos los que lo mantienen en el tiempo. A estos últimos, como a los músicos, se los recordará siempre. Pero la gran virtud de todo artista, y por que no, ser humano, será eternamente saber hasta donde ir. En todos los órdenes de la vida, uno tiene que tener en claro su potencial y sus limitaciones. Es por eso que si bien hay seres que generan tal idolatría que, digan lo que digan, sus palabras serán tomadas como leyes, la gente no es tonta, y entiende que también es hora de guardar al ídolo en el mejor de los recuerdos.

Nadie discutirá jamás ( y si lo hace yo seré el primero en reprocharselo ) lo que fue el Dr. Tangalanga para el humor Rioplatense. Sin embargo, hoy, a sus 94 años, el hombre que hizo enloquecer a cientos de personas con sus llamados telefónicos, sigue dando shows y dejandonos decir a muchos " Yo ví a Tangalanga en vivo ". Con una rara sensación, lo que algunos llaman; "sentimientos encontrados" me despedí del teatro luego de una hora y media de escucharlo. Reconocí una bipolaridad enorme entre su salud mental y física. Y lamentablemente, una cosa, tira de la otra, y si bien sigue siendo un hombre de rauda respuesta, el no escuchar con claridad, le juega una mala pasada.

Seguiré sacandome el sombrero eternamente con este señor. Pero sí creo, que por su bien, es hora de disfrutar de su nombre, de su trayectoria y de los incondicionales seguidores, pero dejando el teléfono de lado y recordando lo importante que fue, es y será para todos nosotros.

Es necesario conocer el final de un camino sin jamás volver sobre sus pasos.

Y quiero decirlo...